Sofia insistía en darle la comida al porfiado hijo. Los tallarines medios pegados antes de ir la escuela no le hacían mucha gracia a Matías, se defendía diciendo "me puedo manchar". Siempre había sido algo mañoso y sabía que estaba mal. "Hay niños que se mueren de hambre y tu botando la comida" le oía decir a su madre mientras ella en brazos mecía a su hermanita. Pero había algo que no sabía el niño de sólo 7 años, luego de volar a la escuela de su villa junto a otros niños de su calle, casi con vergüenza su madre almorzaba las sobras que dejaba su hijo, el resto lo molía para la guagua. No había nada más en la olla, el hambre le mordía los dientes. Que Matías se portara bien sin saber por qué era lo único que deseaba, nada más que dejara su plato limpiecito.
2 comentarios:
he borrado este comenario como quince veces, así que sólo diré asdasdasd. Se entiende?
Es hueá de llamar oye.
Bien sabes que.
Yo también extráñote, abrazo.
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