domingo, 29 de noviembre de 2009

{Escenario sin tribunas}


Años les llevó ensayar esa hermosa obra a aquella compañía de teatro. La anciana directora se esmeraba en que todo resultará tal cuál decía el libreto. Los actores eran todos principiantes, aunque llevaran mucho tiempo ensayando. A algunos les gustaba improvisar un poco y agregarle al texto algo de su cosecha. Otros, en cambio seguían al pie de la letra los diálogos y las expresiones, habían también otros que hacían las dos cosas, al parecer dependían del clima. A horas de estrenar la obra, sorpresivamente la directora muere, los actores y actrices ya maquillados quedaron estupefactos, no sabían si actuar o no. Los que improvisaban querían salir de todas formas, los otros no. Casi todos dudaron, pero quisieron honrar el recuerdo de la directora actuando como ella hubiese querido. Pero algo pasó y ese mismo día actuaron como si nunca hubiese existido directora alguna, subieron a los asistentes al escenario, hicieron que siguieran su propio libreto tal como ellos. Siguen siendo principiantes, seguimos siendo principiantes, pero todavía no muere el libreto, ni las tribunas, ni quién dirige. Los hijos de tramoyas siguen siendo tramoyas, el que nacío público sigue siendo expectador y los hijos de directores siguen temiendo que alguién se de cuenta de ésto. El aplauso fue cerrado y duradero.

No hay comentarios: